Blog de relatos cortos de ficción, terror y de novela negra.
Un espejo es un objeto sólido compuesto por materia, como un estuche, un ordenador o una pared. Ese espejo te ayuda a peinarte, a verte por las mañanas, por las tardes y por las noches. Ese espejo se puede usar en muchos contextos, como un ordenador, una pared,... pero, ¿una pared puede reflejarte en ella, o un ordenador te puede mirar como te mira el reflejo de tu espejo? ¿Porqué ese espejo puede "imitar" tus movimientos, tus miradas, tus gestos? Existen muchas historias sobre los espejos como portales a otro mundo, o de reflejos que viajan al mundo real poseídos por demonios o fantasmas, matando a todos los seres queridos de las personas que rodean al "protagonista".
¿Alguna vez has leído alguna historia sobre espejos de verdad? Quizá ese reflejo sean tus miedos o tus sueños más escondidos, más profundos, más oscuros... ¿Y si pudieras devolverle la mirada a esa forma que te mira desde sus ojos oscuros? ¿Y si pudieras retar a esa visión hasta los límites más infranqueables? ¿Y si decidieras, por un día, viajar a ese rincón oscuro de tu ser y tratar de entender qué empuja a ese ser para comportarse de forma tan ruin y despreciable?
Solo hay una forma de averiguarlo: Ve y observa ese espejo. Pero cuidado, esa tarea solo es para valientes o estúpidos, aunque ambas cosas son lo mismo, ¿no?
Solo hay una cosa segura: si lo haces,la víctima de mi siguiente historia serás tú.

lunes, 10 de junio de 2013

El coleccionista 1. Cabeza

Se había quedado dormido. Trató de desperezarse y apagó el televisor somnoliento. La habitación se había quedado oscura. Se frotó los ojos y se levantó del sofá tambaleante. Salió por la puerta y se dirigió al lavabo. Toda la casa estaba oscura y no se veía nada, pero se sabía su casa de memoria y podía caminar por sus pasillos si tropezarse. Alzó la mano con pesadez y encendió la luz del pasillo al pulsar el interruptor. Precipitadamente las bombillas explotaron al encenderse, creando una fuerte ráfaga de luz que le cegó y le dejó una ilusión en su mente de la que no se percató.
Cabreado, caminó hacia el baño a tientas y con cuidado de no tirar nada. Al llegar al recibidor, algo le llamó la atención lo suficiente como para desperezarse del todo: Alguien había echado abajo su puerta y, probablemente, estaba dentro de su casa. Ahora recordaba lo que había visto y miró al fondo del pasillo con miedo. Había visto una figura con el destello de las luces y ahora no podía ver nada por culpa de la explosión de las bombillas.
Una oleada de sudor frío le recorrió la espalda y la frente. Había alguien en su casa y le había visto, pero ahora no podía ver más allá de su nariz. De repente escuchó un ruido, como de un motor, y el estruendo de una cadena. Un olor pegajoso de gasolina quemada empezó a inundar la casa. Por un momento se acordó de la finca de su abuela, en el pueblo, y recordó que tubo que comprar una moto-sierra para talar un árbol. Debía llevarla la semana que viene.
Se asustó como nunca antes lo había hecho y salió corriendo por la puerta. Oyó más pasos a parte de los suyos que iban hacia la puerta. Estaba persiguiéndole. Iba a cruzarse en su camino. Corrió cuanto pudo para salir por la puerta. Ya estaba cruzando el umbral cuando empezó a escuchar un traqueteo de unos chasquidos y pudo percibir cómo la moto-sierra se quedaba encallada en algo blando. Cuando había cruzado la puerta, notó un fuerte desgarro en su cuello y perdió el conocimiento. El dolor duró un instante y su cuerpo, inerte y sin vida, cayó desplomado escaleras a bajo.
A la mañana siguiente encontraron su cuerpo sin cabeza en el rellano del octavo piso de su edificio. La policía buscó durante todo el día dentro de su casa destrozada, por el hueco del ascensor y por las escaleras. No había más rastros de sangre que los desparramados por su cuerpo.

No apareció su cabeza.